Las flores de sartén, que son dulces de fritura, tienen una larga historia, tan larga, que se remonta a los primeros libros de la repostería española. Miguel de Baeza, Ruperto de Nola o Martínez Montiño ya nos brindan alguna que otra receta al respecto, lo que indica que su presencia es amplísima en toda la repostería española. Y en la manchega, por supuesto. Se asocian con las fiestas de Carnaval y Semana Santa.
Su preparación es sencilla, calentar el aceite vertido en una sartén de fondo hondo puesta al fuego, se dispone el molde de las flores para que vaya calentando también. La harina se deshace con la leche, y la mezcla resultante se bate hasta formar una pasta homogénea y sin grumos. Acto seguido se incorporan los huevos batidos y el anís, procurando que la pasta no quede demasiado espesa.
Ya bien caliente, el molde de las flores se sumerge en la pasta y, de seguido, se traslada a la sartén para que la pasta se fría. Después de dorar las flores por ambos lados, se dejan escurrir dispuestas sobre papel de cocina absorbente. Al final las flores se espolvorean con azúcar y canela antes de servirlas.